sábado, 29 de octubre de 2011

EL MIEDO AL CONTAGIO Y LA PERSECUCIÓN DE LOS JUDÍOS

La peste negra no favoreció de modo alguno a la solidaridad y la gente evitaba el contacto con sus semejantes. La insolidaridad no estaba presente entre las personas sino también entre los países y regiones. En muchas ciudades se estableció una cuarentena para evitar el contagio.También se tomaron medidas para evitar la desmoralización generalizada de la sociedad, así muchas ciudades prohibieron costumbres tales como tocar la campana en señal de duelo o que se pregonasen los fallecimientos como era costumbre.
Poco después de expandirse la pandemia el odio se volcó contra los judíos. Los primeros ataques hacía los judíos estaban argumentados en que estos contaminaban los pozos. No hay que olvidar que los judíos eran el blanco perfecto del odio social generalizado tras su separación de la religión cristiana; desde entoncés habían sido perseguidos. Tras que el Papa prohibiese la matanza de judíos sin juicio previo, los judíos eran capturados y las confesiones eran comprobadas por el método tradicional, es decir, mediante la tortura. Al final las acusaciones se hicieron ciertas, los judíos tenían una conspiración internacional; desde Toledo se mandaban emisarios que llevaban veneno escondido, así como instrucciones rabínicas para saber como envenenar pozos  y manantiales. Los judíos fueron considerados cumplables y toda la población judía tuvo que pagar una gran multa mensual durante seis años para poder seguir residiendo en la ciudad. Finalmente el Papa intentó frenar la persecución de los cristianos que culpaban a los judios de provocar y expandir la peste negra como personas seducidas y engañadas por el diablo. Además afirmó que tanto las comunidades judías como las que no, sufrían de igual manera la peste negra.

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